26-07-2016
La incineración sigue creciendo y ya hace tiempo que ha superado a la sepultura tradicional, cada vez son más las familias que
eligen la incineración para dar el descanso a sus seres queridos.
El problema existente de la incineración son los gases que se emiten a la atmósfera mediante este proceso: óxidos de carbono, dioxinas e incluso mercurio debido a los empastes dentales.
Para intentar solucionar este problema numerosas empresas y científicos han ideado nuevas formas y técnicas que permitirían reducir considerablemente estos gases contaminantes.
Hasta ahora
la cremación o incineración han sido los métodos más extendidos, consisten en introducir el cuerpo en un horno incinerado y este es sometido a temperaturas desde los 760 hasta los 1150 grados, en este proceso la mayoría del cuerpo es vaporizada debido al calor y los restos suelen ser fragmentos secos de los huesos que representan un 3,5% del peso de la persona. Este proceso es el que actualmente está en el punto de mira de ecologistas dado que los gases expulsados son altamente contaminantes.
Ahora se nos presentan dos métodos nuevos para solucionar esos problemas que son la disolución y la desintegración.
La
disolución química es un proceso en el cual se retira al fallecido de caja para así poderla reciclar y se introduce en una capsula de resomación, en el interior en lugar de fuego se utiliza agua con una sustancia alcalina que es impulsada a alta presión y temperatura. Este proceso
reduce el cuerpo a cenizas de un color blanco las cuales son devueltas a las familias al igual que en un proceso de incineración normal.
Lo interesante de este método es que los químicos utilizados son los mismos que naturalmente descomponen a los cadáveres pero sometidos a presión se consigue aumentar la velocidad de ese proceso de años a unas pocas horas.
Otra técnica novedosa es la
desintegración inventado por una bióloga sueca que también pretende imitar las condiciones naturales en las que la naturaleza se deshace del cuerpo.
El cuerpo es retirado del ataúd y este se somete a un proceso de congelación con nitrógeno líquido que vuelve el cuerpo quebradizo, con un sistema de vibración el cuerpo queda reducido a pequeños fragmentos en apenas unos minutos.
Seguido a esta desintegración el polvo se somete a un a un proceso para eliminar el vapor de agua que quede en los fragmentos y una vez seco
se separan los restos orgánicos de los metales. Eses restos orgánicos son los que se entierran y en un periodo de entre 6 y 12 meses se convierte en tierra orgánica completamente haciendo que este proceso no emita ningún residuo contaminante a la atmósfera ni a las aguas subterráneas.
Para conocer este último sistema con mas detalle consultar este vídeo: