18-07-2015
La crisis económica ha provocado un aumento de
profanación de tumbas en los cementerios debido al alto valor económico que pueden llegar a alcanzar los huesos y, principalmente las calaveras humanas, en el mercado negro. En muchas ocasiones, dicho mercado está relacionado con el mundo de los
rituales y la santería, donde se utilizan dichos restos para llevar a cabo ceremonias ritualistas. En otros, sin embargo, la profanación tiene como telón de fondo, el
robo de bienes como joyas y oro para su posterior venta.
Asimismo, existe una clara “importación” de religiones y rituales, los cuales, no conocemos, y que durante los últimos años, han alcanzado a España. Dichas prácticas están relacionadas con la santería o la religión yoruba cubana. En cualquier caso, nuestro desconocimiento queda eclipsado por el profundo asombro y miedo que nos produce ver como se puede hacer estos “trabajos” y con qué fines.
Si queremos buscar el origen de estas prácticas, será necesario remontarse a
rituales antiguos de otras culturas, sobre todo, en países de centro y Sudamérica, donde el objetivo de las mismas era evitar las amenazas hacia la población o su preservación.
Sin embargo, aunque cada cultura tiene creencias y costumbres diferentes, todas ellas coinciden en una cosa:
el culto a sus difuntos como uno de los pilares endógenos de su propia historia.
A pesar de todo, un asunto que sin lugar a dudas es, por desgracia, telón de fondo en muchos de los actos de profanación que puedan producirse se centra en el “dinero y el negocio” que se encuentra detrás de todos estos oscuros asuntos.
Tanto es así que ya se trate de brujos o chamanes –dependiendo del país en el que nos encontremos-, o, en su caso, estudiantes de medicina, en muchos casos
el negocio de los huesos humanos para sacar rendimiento económico provoca la profanación de tumbas en cementerios. Y es que dichos huesos tienen un precio establecido en el mercado negro, sobre todo, los cráneos que alcanzan mayor valor económico.
En España, fue bastante conocido un caso de profanación ocurrido en el
cementerio de Benalmádena (Málaga) en el año 2009 que culminó con la detención de dos personas por ser presuntamente autoras estos hechos.
En aquella ocasión, los agentes investigaron la desaparición de de cinco cráneos, y de un sexto del que no se encontraba la urna que contenía cenizas de otro
cadáver. En la misma, concluyeron que los hechos estaban vinculados a la santería o yoruba cubana, que los detenidos practicaban en la capital malagueña.
Asimismo, los agentes descubrieron que los cráneos podrían alcanzar un importante valor económico en el mercado negro de estas prácticas religiosas, donde son necesarios en ritos destinados a apoderarse del
espíritu de los muertos.
Los agentes localizaron en registros en una vivienda y tienda de los detenidos una relación de altares que contenían objetos relacionados con la santería,
documentación de los fallecidos, y una caja funeraria con las cenizas de la sexta sepultura que habían profanado.
Otro caso fue muy conocido en Pontevedra y aunque culminó con la detención de un hombre de 41 años, trajo de cabeza a los vecinos de las poblaciones de Portas y Barro, tras la
profanación de tres sepulturas en los cementerios de estos dos municipios.
El detenido había provocado daños en las lápidas mortuorias de tres tumbas, y extrajo los féretros al exterior, aunque no llegó a abrir los ataúdes. Finalmente, la investigación concluyó que el autor de los hechos padecía algún tipo de trastorno que explicaría su comportamiento.
Actos Vandálicos
Sin embargo, en algunas ocasiones, la profanación corresponde a actos vandálicos donde los autores de los mismos rompen las
lápidas de los camposantos sin saber siquiera quién está enterrado ahí.
En este sentido, los vándalos también rompen crucifijos, obras de arte, o excavan tumbas, rompen los ataúdes y roban los restos humanos sin que después vayan a darles salida en el mercado negro.
Delito recogido en el Código Penal
La profanación de tumbas es un delito tipificado en el artículo 526 del Código Penal que establece que “El que, faltando al respeto debido a
la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses”.
En el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua profanar significa
“deshonrar, tratar sin el debido respeto lo que se considera digno de él”. Por ello, el Código Penal trata de proteger el valor que la sociedad establece a un cadáver como
cuerpo de una persona fallecida.
En el caso de la aplicación de la pena, es necesario que el autor de la profanación sea conocedora de que está menospreciando los restos de una persona fallecida y que con dicha profanación ha estando faltando el respeto a
la memoria de los fallecidos.
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