07-09-2015
Las obras que se realizan en los
cementerios ponen de manifiesto, en muchas ocasiones,
restos de huesos que quedan al descubierto e indignan a los usuarios de los camposantos. Tanto cuando se trata de obras de acondicionamiento, como cuando hablamos de trabajos de ampliación de una necrópolis.
Por otro lado, también el derecho de enterramiento tiene fecha de caducidad y ocurre que si los familiares de los no renuevan los derechos de
concesión de los nichos, en algunos cementerios se opta por la incineración de los restos.
En Madrid, por ejemplo, en el año 2012 fue necesario
incinerar un total de 2840 cuerpos cuyos familiares no habían reclamado tras caducar la concesión del nicho. En algunas ocasiones, la no renovación se hace por razones económicas aunque en otras se trata de un olvido de las familias o el cambio cultural que se ha producido hacia la muerte con el paso de los años.
Asimismo, las obras ponen de manifiesto la existencia de
restos humanos. Uno de los ejemplos se encuentra en Bergondo (A Coruña) donde unos trabajos, -el pasado mes de mayo-, destaparon huesos en el cementerio de Guísamo, con el consecuente enfado e indignación de los vecinos de esta localidad, que llegaron a enfrentarse a su párroco.
Un año antes, en El Campillo (Huelva) se localizaron restos de huesos en un parque público tras unas obras de reforma realizadas en el cementerio del municipio. En este caso también los vecinos mostraron su indignación y enfado por lo ocurrido y las autoridades afirmaron que les darían un trato “adecuado”.
Pero la localización de restos humanos puede llevar a personas ante los tribunales, como ocurrió con el enterrador de cementerio de Casar de Cáceres, al que se acusaba de verter
huesos humanos en una escombrera cercana al camposanto. Todo ocurrió después de unas obras en el cementerio y finalmente el juzgado decidió archivar la causa por falta de pruebas.
En ésta ocasión, los hechos se produjeron el pasado mes de febrero, después de que un vecino de esta localidad que estaba buscando chatarra en esta escombrera hallase en la misma un conjunto de huesos humanos y diese aviso a las autoridades.
Los huesos fueron encontrados por un joven vecino de la localidad que se había acercado a la escombrera municipal en busca de chatarra. Enseguida puso en conocimiento de la Guardia Civil que entre los escombros había visto algunos huesos. Pero los restos hallados en la escombrera no fueron los únicos porque posteriormente se encontraron más en una parcela anexa al camposanto, donde también se habían vertido escombros procedentes del mismo.
Tras analizar los restos encontrados, la Guardia Civil concluyó que se trataba de huesos humanos de personas que
habían fallecido hace mucho tiempo y que los mismos podrían tener su origen en la limpieza que se llevó a cabo en una zona de enterramientos meses antes de que fueran encontrados.
La limpieza se había realizado para llevar a cabo las obras de
ampliación del cementerio cacereño con 110 nichos nuevos aunque los restos óseos fueron después devueltos al camposanto para que se les diese sepultura.
Cuando los hechos saltaron a la luz en febrero, mantuvieron en vilo a los vecinos de la localidad, que temían que los restos óseos encontrados perteneciesen a algún antepasado suyo. Asimismo, toda la investigación apuntaba al
enterrador del cementerio que se encargaba de la limpieza del mismo, así como de los funerales y de supervisar las obras que se realizan en este espacio.
Sin embargo, desde el primer momento él mantuvo su inocencia aunque durante todo el proceso judicial también fue el único imputado y se le acusaba de un delito contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos, delito penado con entre tres y cinco meses de prisión o multa de seis a diez meses.
Finalmente, tras meses de investigación y de tomas de declaraciones, el titular del juzgado encargado del caso ha decidió archivar el caso porque considera que no existen pruebas suficientes para imputar al enterrador del cementerio de Casar de tales hechos.
